lunes, 25 de septiembre de 2017

Harmodio y Aristogitón

Eres joven y audaz, amado Harmodio.
Kalós kagathós.
Temo acariciarte por si despiertas,
porque quiero contemplarte así.
El líquido cobrizo
de la luna ateniense
se ha derramado por todo tu cuerpo.
Qué belleza terrible
la de tus cejas como robledales,
la de tus labios y tu pecho,
la de las alas que Nike
despliega poderosamente
sobre tu cinturón de Adonis.

Mañana mataremos al tirano
y el mirto se tiznará de sangre.
Mañana seremos libres, Harmodio.
Cantaremos poemas embriagados
y bailaremos al son de la lira.

Pero si los dioses,
dementes caprichosos,
me arrastran hasta el Hades,
si me impiden admirar,
como admiro esta noche,
la luz de hecatombeón sobre tus muslos,
yo te esperaré, querido Harmodio,
en la isla de los Bienaventurados,
y seguiré cantando
Jamás hubo hombre alguno en Atenas... 


2 comentarios:

  1. Ya admiro tu poesía, Juan Luis, y me tendrás visitando tu blog todas las semanas. Mucha suerte en el certamen.

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  2. ¡Qué bonito, Silvia! No sé cada cuánto tiempo publicaré, pero prometo hacerlo asiduamente. He escrito bastante, pero hasta ahora no me había atrevido. Y aquí estoy. Un abrazo.

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